29.10.10

Todas las canciones de amor están hechas para gente que no está enamorada

Esta vez, la obsesión continúa, pero, en este caso, no se trata de una película, sino de algunas canciones. El otro día hice una viaje bastante largo en auto y mis amigos pusieron dos cd’s mientras viajábamos. El primero, Nadie sale vivo de aquí, de Calamaro. Después, Sea, de Drexler. No sé si fue el paisaje o esa sensación de bienestar que da viajar en auto cuando otro maneja, pero me di cuenta de que todas las canciones de amor (y de desamor) están escritas para personas que no están enamoradas.
Empecemos por el primero. Un discazo. Un disco de separación de la primera a la última frase. Un disco que sabe que todo amor está condenado al fracaso. Y así empieza: “Ella colecciona hombres así…”, para apenas unos versos después: “no te preocupes vas a encontrar a otros así, vienen detrás de mí”.
Cualquiera que haya pasado por una ruptura amorosa no puede no sentirse identificado con las grandes verdades que dicen esas letras. Alcanza con los tres primeros ejemplos que se me vienen a la cabeza:
1) la importancia de los espacios: “está todo guardado, hay cosas con candado, hay cosas que abandono para siempre, y hay un lugar vacío es el que había guardado sólo para los dos”
2) esa extraña sensación de seguir hablando (y peleando) con el otro mentalmente aunque no esté: “hace frío en el andén y ahora sigo hablando solo con tu sombra tras de mí”
3) y la certeza que tiene cualquiera con capacidad de ponerse objetivo por un momento: “yo no estuve bien, dije cosas que no debí decir”. Aunque, como sabemos, la subjetividad siempre gana, porque como dice el verso siguiente: “pasa el tiempo, y siempre te vuelvo hablar así”, je.
El momento más lúcido del disco conceptualmente hablando (por supuesto, no la mejor canción) es el track 3: “nuestro Vietnam hecho de saliva y sangre. Es verdad. Y, tal vez, no te voy a perdonar” Ese lamento, ese fragmento de canción, es lo que quedó, es el recuerdo de algo entero, es una ruina…

Hasta acá está clarísimo: canciones de desamor para gente que, como mínimo, empezó a descreer del amor.

Pero, después, empezó a sonar Drexler con sus letras dulzonas e intimistas. Obviemos la abominable “Me haces bien” que no es más que un jingle publicitario simpático.
Hay canciones lindas. “Causa y efecto”: “a mí me basta con que me des poco más que nada, a mí me basta con una de tus miradas”. Y “Nada menos” : “qué habré hecho de bueno para que la vida crea que yo te merecía”.
Y, bueno, todo con esa musiquita primaveral que genera ese mood que dan ganas de enamorarse…
Pero, vamos, nadie que esté enamorado de verdad y que tenga una relación en serio puede sentirse identificado con ninguna de esas frases. No pretendo ser cínica. Al contrario, el amor concretado, creo, es el mejor sentimiento que alguien puede experimentar en la vida. Sólo que, lo sabemos, no es como dice “Uno”: “amar es eso, dos corazones latiendo al compás uno”. No, Drexler, eso lo siente sólo alguien que quiere estar enamorado y no quien realmente lo está. Alguno me puede refutar que la mayoría de las letras de ese disco son de alguien que está “por enamorarse”. Precisamente, eso es lo que estoy diciendo. Más a mi favor. Porque no está enamorado!!! Es alguien que quiere enamorarse.

Entonces, ya sea porque hablan del fin del amor, o porque hablan de ese amor idealizado (y, por lo tanto nunca real) las canciones de amor siempre están hechas para gente que no está enamorada.

La pregunta que queda es ¿qué escucha la gente, de verdad, enamorada? Puede que canciones sobre política, o de sexo salvaje y perverso, o de contenido existencial y metafísico, o Entregá el marrón de los Auténticos Decadentes…
O puede que escuchen otra canción de Calamaro que no está en Nadie sale vivo de aquí. Porque, en definitiva, cualquiera que crea en ese inexplicable sentimiento y lo experimente de verdad sabe que “no se puede vivir del amor”.

31.7.10

Las películas malas también te pueden dejar pensando

Ya lo dije la vez anterior y lo repito: la manera que tengo de relacionarme con las cosas que me gustan es la obsesión. Pasa el tiempo, pasan muchas cosas en ese tiempo, pero todavía me sigue interesando la representación del amor en las películas.

Vi una película malísima: ¿Dónde están los Morgan? No sabía cuál era el argumento, pero Hugh Grant haciendo comedia romántica siempre garpa, aunque hasta eso está desaprovechado en este caso.
La primera lectura que se puede hacer sobre la película es que se trata de una historia reaccionaria. Una pareja de neoyorquinos egoístas y confundidos en sus valores, preocupados por su carrera y su imagen personal, necesitan pasar una temporada en un pueblo republicano con aire puro, gente simple y desayunos grasosos para darse cuenta de que lo que verdaderamente importa es la familia.
Claro que este no es el mayor problema. La película es mala porque, lejos de construir y mostrar lo que les sucede a los personajes, es completamente enunciativa y dice todo el tiempo lo que, en realidad, debería verse.

Pero vayamos al punto que nos interesa (o nos obsesiona). Hay una pareja, generalmente ambos promedian los treinta, la mujer reclama, puede que el reclamo sea justo aunque excesivo, el hombre se siente presionado y hace lo que hace un hombre en estos casos: se acuesta con otra. ¿El hombre debería haber hablado en lugar de hacer una cagada más grande? ¿La mujer debería haberse dado cuenta de que estaba enloqueciendo a su marido con sus propias dudas y temores? Bueno, eso no sucede ni en las películas, ni en la vida real.
Entonces, se separan. Cuando el tipo se da cuenta de que es un pelotudo y de que no puede vivir sin ella, vuelve y le pide perdón. La mujer, por un lado, quiere perdonarlo, pero, por el otro, se siente muy desilusionada. Hay cosas que nunca van a volver a ser iguales. Yo lo vi en muchas películas. Y en muchos casos de la vida real.
¿Qué pasa después? En el caso de los Morgan son testigos de un asesinato y tienen que irse en un programa de protección de testigos a Wyoming. Ya lo dije, la película es muy mala. En un momento aparece la pregunta: ¿el amor de pareja se trata de bajar las expectativas con respecto al otro? ¿Hay que entender que esa persona no siempre va a hacer lo que nosotros esperamos que haga, ni vamos a poder contar con él/ella para todo y, lo que es peor, hasta nos puede llegar a defraudar?
La película da una respuesta, puesta en boca de Hugh Grant (sí, ya lo dije, todo el tiempo es declarativa). En el clímax, él le dice a ella que espere todo de él, que va a hacer lo posible para cumplirlo, aunque es muy probable que no logre hacerlo. Luego, vuelven a Nueva York y tienen hijos y son felices. Ja, ja, ja.

Todos sabemos que la película es mala.

Algunos podrán pensar que los Morgan, como mucho en un año, cuando se les pase el nuevo idilio y sus hijos los enloquezcan, no sólo van a acostarse con otros. Van a querer matarse por haberse creído las boludeces que se dijeron. Ella lo va a volver más loco, él va a desarrollar un sistema para dejar de escucharla y, en el mejor de los casos, logren divorciarse.

Otros, más optimistas, pueden creer que los Morgan maduraron con lo sucedido porque tuvieron que equivocarse para aprender qué era lo que de verdad querían. Sólo al reconocer nuestros propios errores y aprendiendo que somos seres humanos reales y con limitaciones, pero sin por eso perder la ilusión, podemos sostener una pareja.

Vos, ¿de qué lado estás?

Yo, por ahora, sólo voy a prestar más atención en elegir buenas películas para ver la próxima vez.

19.12.09

AWAY WE GO



Un tema que me obsesiona (la manera más común que tengo de relacionarme con lo que me interesa) es la representación del amor en las películas. Es un clásico decir lo mal que le ha hecho Hollywood a la visión del amor, cosa que critican desde Roberto Arlt hasta 500 días con ella. Hollywood nos miente sobre cómo es el amor. Nos engaña y hace que esperemos cosas que en la vida real nunca suceden. Las comedias románticas son una gran mentira. Bla bla bla bla. Está bien, en parte estoy de acuerdo. Pero entonces...¿Solo las historias tristes son verdaderas? Yo no creo eso. O, por lo menos, no quiero creer eso.
Sam Mendes es un director que no me termina de convencer, pero, de las últimas películas que vi, es el que más habla sobre el amor de una manera bastante realista. Revolutionary Road, basada en la novela del genial Richard Yates (Once tipos de soledad es uno de mis libros de cuentos preferido) está bien hasta la resolución del conflicto, en donde todo se vuelve demasiado melodramático (incluso, es espantoso como está filmado, con Di Caprio corriendo, etc.)
Anoche vi Away we go. El comienzo es buenísimo, en un momento se vuelve un poco aburrida, pero tiene momentos e ideas altamente disfrutables. Los padres de él, la charla de la hermana con ella en la bañera, las promesas que se hacen ellos hacia el final. Y la última frase de ella, por supuesto. Es una linda historia, podría haber sido una mejor película.
Último detalle: los guionistas son una pareja. Él es Dave Eggers, escritor estadounidense del que no leí -todavía- nada. Ya me puse a investigar qué se consigue.

29.10.09

Enfermos de literatura

Cómo me gustan los personajes enfermos de literatura. En ese sentido, la intro de Bored to death la rompe.
Quiero hacer una lista con personajes enfermos de literatura. Después, no sé qué voy a hacer exactamente con eso. Escribir algo al respecto, por ejemplo. Si se copan, acepto nombres para sumar a la lista. (No vale decir el Quijote o Madame Bovary)

28.10.09

Life on Mars



Estoy muy emocionada por la cantidad de gente que me dice: "che, vi tal cosa que recomendaste en el blog". O sea, no sólo lo leen, sino que le hacen caso. Qué bueno.

Empecé a ver Life on Mars. La serie original es inglesa. Yo estoy viendo la norteamericana por tres motivos. Uno, el primer capítulo que vi de casualidad era norteamericano. Dos, (un motivo recurrente por el que me acusan de falta de seriedad crítica) : el irlandés que la protagoniza (sí, la versión norteamerica la protagoniza un irlandés). Una observación al respecto: el actor en sí no me gusta, me gusta en su caracterización setentosa, cuando tiene barba y bigotes, por ejemplo. Tres, el jefe de policía es Harvey Keitel.

La historia empieza con un policía del 2006 que tras un accidente (en el que estaba escuchando Life on Mars) es transportado en el tiempo hacia 1973. Él no entiende qué le pasó y tiene distintas hipótesis. Lo interesante, por lo que vi hasta ahora, es que los casos que tiene que resolver están relacionados con su presente.

La serie tiene 17 capítulos y se termina. (Se nota que la versión original es inglesa, los yanquis jamás habrían hecho una cosa así) Aunque el final de la historia no sea lo más importante sino como se llega a ella, estoy tentada a ver el último capítulo para ver la explicación que van a darle. Cuando le conté a Patricio (él no vio la serie) me dijo que cómo iba a hacer una cosa así, que tenía que ver todos los capítulos. Me llamó a la reflexión, así que creo que voy a hacerle caso. Igual, no sé. Ya veremos qué hago cuando ande por el episodio 7, 8.

Un último comentario: muy buena la música. La hace mucho más disfrutable.

22.10.09

McKee te calma la angustia



No perdí la decisión de hacer este blog. Pasaron cosas, en fin... En casi dos meses vi, leí, escuché bastante: Whatever works, los capítulos estreno de Curb, Role models, Eastbound & Down, Damages, Julie & Julia, Bastardos sin gloria, Modern Family. Ah, también fui al seminario de McKee. En esos días repetí varias veces que lo mejor que tenía ir al seminario era que me sentía Charlie Kaufman. La primera vez que hice el chiste funcionó muy bien y, por eso, creo que lo seguí diciendo.

Por ahora dejo algo que McKee respondió en algún reportaje. (Lo leí y lo copié de algún lado)

"Los jóvenes cometen todos los errores imaginables. Pero, en general, la impresión que uno tiene cuando lee primeros trabajos, es que los jóvenes artistas, en su entusiasmo por escribir, nunca dudan o cuestionan. Ellos sólo abren su corazón y terminan confesando: "Oh, Sr. McKee, amo escribir; realmente amo escribir; me levanto a las tres de la mañana y escribo, escribo y escribo". Yo escucho y pienso: "Nada bueno saldrá de esto". Los escritores profesionales no aman escribir. Se arrastran a sí mismos al teclado cada mañana. Los artistas escriben con temor, no con amor. Los autores con verdadero gusto escriben porque deben escribir, no porque amen escribir."